mayo 10

«LAS RABIETAS» (ETAPA DE EDUCACIÓN INFANTIL)

INTRODUCCIÓN

¿Quién no ha tenido que aguantar en ocasiones una serie de rabietas especialmente en niños y niñas de entre dos y tres años?

Las rabietas son expresiones agresivas de desacuerdo que algunos niños utilizan frecuentemente. Son un fenómeno normal en un determinado estadio evolutivo del niño ( 2 – 3 años) y van desapareciendo a medida que el niño crece, de modo que a los 5 o 6 años prácticamente han desaparecido del repertorio conductual del niño, a menos que el pequeño haya aprendido que tener rabietas es una forma eficaz y rápida para lograr sus propósitos.

En estas edades, nuestros hijos e hijas están intentando demostrar que son capaces de actuar por sí mismos, de establecer su individualidad y pretenden hacerlo a su manera en lugar de como se les pide.

Todo ello es un signo normal de aumento de independencia, si bien no significa que sea fácil de resistir y mucho menos cuando lo hacen en público (que por otra parte es su especialidad).

Dichas rabietas siempre tienen un motivo que está clarísimo para el niño y la niña, y además, generalmente por casualidad, se han dado cuenta de que este comportamiento consigue los resultados que buscaban. Sin embargo, deben aprender que esta es una conducta inadecuada, que no conduce a nada, que no le libra de sus obligaciones y que no modifica nuestra manera de pensar con respecto a algo.

El objetivo de casi todas las rabietas es llamar la atención del adulto, y esta la consiguen no solo cuando les damos lo que piden, sino también cuando les regañamos, les miramos, intentamos razonar con ellos…etc.

Por todo ello, la forma más rápida de librarse de este comportamiento es ignorar al niño o la niña, ya que no hay forma de razonar mientras dura el enfado.

Solo así aprenderán que las rabietas no son eficaces y poco a poco decidirá usarlas con menos frecuencia.

La firmeza de los padres y madres para no ceder, esperar hasta que se calmen para hablar con los niños tranquilamente, buscar con ellos otras formas de pedir las cosas y la claridad de ideas acerca de lo que pueden y no pueden conseguir, estará en la base de la desaparición de estas conductas indeseables.

  1. ¿POR QUÉ TODOS LOS NIÑOS TIENE RABIETAS? ¿CUÁLES SON SUS CAUSAS?

      Los niños empiezan a tener rabietas en la edad en que se despierta su necesidad de autonomía y ésta choca con los límites que le imponen sus padres y el medio social.

         Cuando los bebés son más pequeños, tienen otro tipo de rabietas, motivadas por la frustración de no poder lograr algo (pues no tienen suficiente habilidad) o cuando no les entienden los adultos (pues su lenguaje es aún inmaduro).

Desde los 9 meses se pueden dar por tanto este tipo de “berrinches”. El modo en que los padres van manejando estas primeras manifestaciones de la frustración del bebé y el tipo de relaciones familiares, van a condicionar que las rabietas se mantengan, vayan desapareciendo o… aumenten.

Entre los motivos de las rabietas pueden estar:

  • La frustración del niño por no poder hacer algo “inmediatamente”.
  • Su deseo de controlar el ambiente, de “omnipotencia”.

–   El deseo de llamar la atención, de ser el centro, para recibir cariño. Algunos niños descubren que “portándose mal” reciben mucha atención y cuando “son buenos” nadie les hace caso. Prefieren correr el riesgo de recibir un cachete, pero desean contacto.  

  • Cuando las normas de comportamiento son poco claras o incoherentes, el niño trata de descubrir dónde están los límites.

– Cuando los padres dan otras muestras de incoherencia o inconsistencia.

Las rabietas no guardan relación con el sexo. Tampoco se ha establecido que exista un factor hereditario determinante, aunque algunos factores pueden favorecer su aparición.

  Físicos. Los niños que tienen problemas de salud son más susceptibles de presentar rabietas: problemas respiratorios, trastornos del sueño, pérdidas de audición, etc. Igualmente, los niños que tienen retraso en el desarrollo  del lenguaje, Trastorno del Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) o autismo, por ejemplo.

  Nivel de desarrollo. Los niños pequeños enfrentan conflictos debido a su deseo de autonomía (ir al sitio que quieren, vestir como desean, etc.) y su clara dependencia. Esta situación les produce frustración, y debido a que su lenguaje es limitado para expresarse, estallan en llanto. Las rabietas en los niños más grandes obedecen quizá a la actitud de los padres: pueden haber aprendido que con esta conducta logran sus deseos o que de esta manera obtienen su atención, aunque sea de forma negativa.

  Entorno. Un niño cuya familia enfrenta problemas de carácter económico, violencia psicológica o física o falta de autoridad, tiene predisposición a sufrir rabietas con mayor frecuencia. Igual sucede si vive en condiciones de hacinamiento o no tiene contacto frecuente con otros ambientes como el parque, el centro comercial, otras casas, etc.

  Temperamento. El carácter del niño es un aspecto importante. Si es terco, nervioso o impositivo, con seguridad tenderá a manifestar sus sentimientos con más intensidad.

  1. ¿QUÉ HACER FRENTE A UNA RABIETA?

Consejos útiles para reducir el número de rabietas:

  • Apártese. Continúe con lo que estaba haciendo y si el niño está en un lugar seguro, obsérvelo a distancia.
  • Ni siquiera lo mire. Una breve mirada puede prolongar la rabieta.
  • Esperar a que el llanto disminuya y recordarle que: Cuando termine de llorar, nos iremos a jugar, o se lo contará todo más despacio.
  • Una vez finalizada la rabieta, recibir al niño o la niña como si nada hubiera pasado, dándole la oportunidad de “hacerse amigos” otra vez.
  • Si mantiene la rabieta recordarle que estamos cansados de oírle.
  • Llevarle a otra habitación y sentarle en una silla donde el niño o la niña no puedan verle pero usted sí pueda controlarle y mantenerlo allí durante dos o tres minutos según la edad (un minuto por año más o menos), recordándole que no podrá moverse de allí hasta que se calme.
  • Recuerde siempre que la rabieta es una herramienta que ellos utilizan para conseguir lo que desean y que generalmente no tiene ninguna razón grave.

Como saben, las rabietas aparecen más fácilmente cuando hay alguien ajeno a la familia, o cuando los padres y madres están más cansados. En este caso recuerde:

  • Anticípese al problema y avise al niño de que va a ocurrir lo que sabe que le molesta. Proporciónele tiempo para preparase y asumir la situación.
  • Dígale que pase lo que pase, o estén donde estén no se va a cambiar el «NO» por un «SI».

Si esta conducta no se trata adecuadamente en esta edad, continuará en adelante cuando los niños sean mayores y cada vez será más difícil de eliminar.

LOS PADRES Y LAS MADRES SOMOS MODELO DE CONDUCTA PARA NUESTROS HIJOS E HIJAS. CONTROLAR NUESTRO PROPIO HUMOR Y EVITAR QUE NUESTROS HIJOS PRESENCIEN ACCESOS DE CÓLERA DEMOSTRÁNDOLES QUE TODO ES MÁS FACIL SI SE COMENTA CON TRANQUILIDAD, NOS AYUDARÁ A EVITAR LAS RABIETAS INCONTROLADAS EN LOS NIÑOS Y NIÑAS.

Posibles pasos a seguir frente a una rabieta

 

Ante la conducta negativa del niño (berrinche, pataleta, etc.) trate de no mirarle a los ojos, no le hable, no le diga ninguna palabra y si es necesario, apártese de él para evitar el contacto físico.

 

Comience ignorando desde el momento en el que va a hacer amagos de ponerse a llorar, etc.

 

Lo más probable es que ante su falta de atención comience a llorar más fuerte. Es muy importante que ante este aumento de sus lloros no le preste atención, ya que estaría consiguiendo el objetivo opuesto, reforzar que llore más alto y fuerte.

 
 

Cuando el niño termine de llorar, puede, sin hablarle nada de lo ocurrido, comenzar a hacerle caso.

 
 

Repita este procedimiento de forma constante cada vez que aparezca la conducta, sin olvidar que no ha de prestarle atención.

 
 

Refuerce a su hijo positivamente cuando se porte bien, ayudará a mantener esa conducta positiva.

 

En resumen: ¿Qué hacer ante una rabieta?

  1. Primero hay que controlar la situación. Lo mejor es retirar al niño del escenario de la pataleta, tomándolo de los brazos, hablándole en voz baja, y mirándole a los ojos para que se calme.
  2. Cuando está calmado se le podrá explicar que de esa manera no va a conseguir nada. Muchos padres cometen el error de gritar y de querer hacerle entender al niño en ese momento su mala conducta. No lo haga. Lo único que conseguirá es que el pequeño se irrite más, pues en el instante de una pataleta el niño no entiende razones”.
  3. Tampoco sucumba a la tentación de complacer al niño con un «premio» para que se calme, pues el niño repetirá la pataleta cuando quiera recibir el «premio» de papá o mamá.
  4. Un niño a través de una rabieta también reclama la atención de los padres. Entonces un buen consejo es «préstele atención cuando está tranquilo y se porta bien». Generalmente los adultos cometemos el error de no hacerle mucho caso al niño en tanto está tranquilo. Pero con esta actitud podemos fomentar que el niño haga berrinches cuando busca nuestra atención”.
  5. Ya lo sabe, las rabietas son algo común, y no hay que darles mucha importancia. Solo preocúpese si suceden frecuentemente.

Para tener en cuenta…

  • Evite situaciones que puedan provocar las rabietas: el hambre, el sueño u obligar al niño a hacer cosas de adultos.
  • Enséñele a vocalizar bien, a expresar en palabras lo que quiere decir. No deje que el niño se acostumbre a expresar sus deseos a través del llanto.
  • Evite gritar o discutir delante del niño. El pequeño solo imitará su comportamiento durante una rabieta.
  • Evite discutir con el niño durante una rabieta.
    Una dosis de humor o tratar de distraer al niño con juegos, o derivando su atención a otros objetos u actividades, puede ser de mucha utilidad.

Algunas estrategias pueden ayudarle a resolver felizmente las rabietas de su hijo:

  Dele oportunidad para que tome algunas decisiones: ¿compramos los cereales con chocolate o los azucarados?

  Empiece a descubrir el temperamento de su hijo para sortear mejor sus frustraciones: ¿Tarda en adaptarse a situaciones nuevas? ¿Necesita permanecer activo todo el día? ¿Tiene hambre en la tarde? ¿Hace amigos con facilidad?

  Aprenda a decir ‘No’. Cuando no pueda concederle algo, basta con que se lo diga con firmeza, sin alzar la voz. Lo importante es que tenga claras las razones por las cuales se lo impide y se sostenga en su decisión, de lo contrario, su pequeño entenderá que puede lograr lo que quiera si insiste en su actitud.

  Ignore inteligentemente sus rabietas. Aunque esta medida a veces suele ser contraproducente o tener resultados a mediano plazo, por lo menos no refuerza su comportamiento.

Durante la crisis:

Los especialistas tienen posturas diferentes acerca de la manera adecuada de responder ante un ataque de ira. La mayoría se inclina por restarle importancia a su comportamiento y plantean algunas indicaciones.

  Aléjese a un par de pasos.

  Continúe con su actividad.

  Si está alterada/o, evite hablar.

  Si opta por hablar, hágalo con firmeza, en un tono que no sea agresivo.

  Fíjese que su hijo no se encuentre cerca de objetos puntiagudos, cortopunzantes o peligrosos.

  Asegúrese de que durante el episodio no se ofenda o lastime a otra persona.  

En cualquier caso, superado el problema no se le debe castigar ni gritar. Cuando se refiera al asunto, opte por hablar de ‘perder el control’ y no de ‘portarse mal’; de esta manera evita crearle sentimientos de culpa innecesarios. Igualmente es contraproducente mimarlo en exceso a continuación de la crisis o darle una golosina (a pesar de que ésta no haya sido el motivo del conflicto).

Manejo de la frustración

       Además de inevitable, la frustración es una experiencia que en cualquier edad, de acuerdo con la manera como es asumida, ayuda a formar el carácter y es una herramienta indispensable en el proceso de madurez.
         Es una circunstancia que aparece como parte inherente al crecimiento. Cuando el niño empieza a dar sus primeros pasos, su entorno se convierte en todo un mundo por explorar. Sus deseos de independencia no se hacen esperar; sus habilidades en ciernes chocan con sus iniciativas y se presentan sus primeras decepciones. Pero el deseo es mayor y pronto insiste en su proyecto. Sólo de esta manera avanza; es la única vía para crecer.
        En la medida en que pasa el tiempo, las circunstancias serán cada vez más complejas y el carácter del niño se desarrollará según la actitud que asuma ante las pérdidas. Por más que quiera, no puede ofrecerle todo lo que desea. El papel que desempeñe es fundamental en este proceso que será definitivo para el resto de su vida.

  1. COMENTARIO FINAL.

No hay dudas que si los padres son pacientes, sensatos, con buen tacto y sentido del humor, el manejo y la aparición de berrinches y rabietas serán un hecho aislado.

Pero es necesario remarcar que estos episodios son patrones de conducta normal en los niños pequeños que ayudan a forjar la personalidad y su carácter.

Todos los niños necesitan ser guiados en sus pautas para la sociabilización más adecuada. Los padres son los encargados de enseñar con el ejemplo además de las palabras. La violencia genera violencia e inseguridad.

Es muy importante que los padres mantengan una actitud coherente y constante, debiendo estar entre sí de acuerdo en el manejo del niño con berrinches y rabietas.

La actitud que asuman los padres en esos momentos es fundamental ya que dependerá en gran parte como el niño se comporte en el futuro.
         No responder con agresión, ni perder los estribos ya que esto genera más inseguridad en el niño y por consiguiente persistencia del problema.
Además los niños imitan estas actitudes de violencia (tirar objetos, pegar a otros niños, etc.).


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Publicado 10 mayo, 2020 por orientadioce in category "Educación Emocional", "Educación Infantil", "Escuela de Padres", "Estimulación temprana", "Familia