abril 23

Decálogo para la educación de los niños

La prioridad de un padre de familia, más que darles a los hijos lo necesario –ni más ni menos- para que tengan o lleven una vida digna, es formarlos o educarlos para la vida, es darles sólidos fundamentos para que sean personas de bien, ofrecerles herramientas para que sean felices en definitiva.

La mejor herencia que un padre de familia puede dejar a sus hijos en este mundo grosero es la buena educación. La educación de los hijos podríamos centrarla en tres puntos:
Educación de la conciencia: para que desde niños sepan distinguir lo bueno de lo malo.
Educación del carácter: para que fortalezcan su voluntad y sepan rechazar lo malo aunque sea apetecible o aparentemente inocuo.
Educación del corazón con sentido de trascendencia: para que aprecien los valores y rechacen los antivalores. Recordar que los niños observan el comportamiento de los padres. Más que educar con palabras, hay que educar con el ejemplo. Que los padres refuercen lo que dicen con lo que hacen.image

Parte de ésta misión se logra, entre otros, con los siguientes puntos.
1.- Fomentar en los niños su responsabilidad dándoles pequeñas misiones y/o tareas. Que conozcan el valor del sacrificio. Les enseñara lo mucho que pueden aportar y les hará ver que son responsables de sus actos, mas no de lo que ocurre en su entorno.
2.- Servir de ejemplo ante las circunstancias adversas para que los niños vean cómo se superan correctamente. Es importante que los padres les transmitan una forma constructiva de reaccionar y mantener el control ante el estrés.
3.- Ayudarles a encontrar sus fortalezas. El poder desarrollarlas es la base de la fuerza personal de cada uno. Ayudarles a creer en sí mismos y a tener una sana autoestima.
4.- Que los niños vean los problemas como retos a resolver y no como amenazas; y que aprendan tanto a prevenirlos, gestionarlos, como sacar de ellos una lección de vida. Ayudarles a los niños a buscar las cosas buenas de cada día. Hacerles saber que no están solos, es decir hay que darles a los niños apoyo emocional.
5.- Permitir que los niños encaren sus problemas pues “rescatarles” de estas pequeñas circunstancias difíciles no les permite aprender estrategias para afrontar y resolver sus problemas presentes y futuros. Hacerles ver que son responsables de sus vidas.
6.- Dejar que gradualmente vayan tomando decisiones. Irán aprendiendo de la experiencia para el futuro.
7.- Padre de familia: No pretenda ser como su hijo, no se infantilice o juvenilice, él necesita sentir que está guiado por adultos serios y maduros.
8.- Crear un clima de comunicación donde el niño se sienta cómodo. Que los niños tengan la confianza para contar sus cosas, que no tengan miedo de la reacción de sus padres.
9.-Hacerles saber que sus hijos tienen deberes con la sociedad, y si ellos no entienden la palabra «sociedad», por ser algo abstracta, hacerles saber entonces que tiene deberes con personas concretas.
10.- Establecer límites y disciplina. Los niños tienen que saber lo que ocurre si no hacen lo que se les pide. El castigo, que debe ser proporcional y compatible a la edad del niño, se debe siempre cumplir. El castigo nunca ha ser violento ni en palabras ni en acciones y debe mirar a la corrección. Las normas deben ser coherentes y claras e ir acompañadas de explicaciones lógicas.

TAGS. Educación, Padres

http://www.aleteia.org/es/educacion/noticias/decalogo-para-la-educacion-de-los-ninos-5866912214941696

Categoría: Sin categoría | Comentarios desactivados en Decálogo para la educación de los niños
abril 13

Los niños “burbuja” y los peligros de la sobreprotección

 

Sobreproteccion-2

Hoy en día hay una nueva y curiosa etiqueta social denominada “mamás agenda”. Puede que alguna de nuestras lectoras se sienta identificada, o es posible que conozcas muy bien casos con este tipo de comportamiento. Son madres (a veces también padres) acostumbrados/as a llevar al día las agendas de sus hijos, tengan éstos 6 o 15 años.

Cuando llegan a casa revisan cada una de las tareas, deberes y exámenes que los niños tienen previstos. Obviamente, es importante estar pendiente de este tipo de asuntos, pero ahora bien, no se trata en absoluto de ser guardia y vigía de cada dato, de cada obligación académica del niño. Con ello, lo que conseguimos es que lejos de desarrollar en ellos una autonomía adecuada, sean absolutos dependientes.

“Es que si yo no estoy al tanto, él o ella no haría nada”. Suelen decir. Cuando en verdad, tampoco les hemos dado una oportunidad para que lo intenten. Tenemos “mamás agenda” y “padres helicóptero”, progenitores que “sobrevuelan” sobre la vida de sus hijos, supervisando, vigilando y custodiando cada movimiento…

Evitamos, en esencia, que puedan convertirse en adultos maduros y autosuficientes, negándoles oportunidades, cercando sus espacios personales hasta crear una auténtica burbuja a su alrededor.

La sobreprotección infantil en tiempos modernos

Algo está ocurriendo. Según nos explican los expertos los niños de hoy en día disponen de menos libertad que las generaciones pasadas. Profesionales de educación infantil afirman que en las guarderías, se encuentran con niños un poco más “torpes” que aún no han acabado de desarrollar parte de su función motora o su motricidad fina.

Un ejemplo de ello lo vemos en esos progenitores que arrastran en sus sillitas a niños que ya podrían andar perfectamente, y que sin embargo, prefieren llevarlos de ese modo, “porque es más cómodo”. ¿Y qué ocurre cuando llegan a Primaria? Nos encontramos con niños de 6 y 8 años que van de rabieta en rabieta porque no se les ofrece lo que desean, porque son criaturas incapaces de resistir la frustración o cualquier negativa.

¿Por qué ocurre esto? ¿Qué hay detrás de la sobreprotección? Básicamente el miedo de unos progenitores a que les ocurra algo malo, a la necesidad casi obsesiva por tener cada aspecto de la vida del niño “bajo control”, aspirando a ofrecerles así, una vida perfecta, sin traumas, sin errores.

Ahora bien, en ocasiones, la inconcebible aspiración a ser “el padre o la madre perfecta”, deriva a veces en todo lo contrario. Generamos en nuestros hijos una relación-odio tan compleja como traumática. La perfección en la educación no existe. Se trata simplemente, de estar cuando se necesita. De servir de guía, de apoyo, de ofrecer un vínculos de amor y cuidado donde día a día, se propicie la madurez emocional de nuestros niños.

Sobreproteccion-1

Cuando estalla la burbuja de la sobreprotección

Tarde o temprano ese día, llega. Puede que el niño tenga 12 o 20 años, pero finalmente llegará ese momento en que estalle esa burbuja protectora para salir al mundo descubriendo, que tienen un miedo atroz a todo lo que hay fuera, a todo lo que le envuelve y que edifica el “mundo real”, ése del que le han protegido siempre.

Y se sentirá inseguro, y ansioso, siendo además objeto de las miradas de los demás. Es muy posible que sufra acoso escolar, o que reaccione frente a estas amenazas siendo muy consciente de su vulnerabilidad. Un dato curioso que nos explican muchos expertos es que un gran porcentaje de niños sobreprotegidos son más tendentes a desarrollar alergias.

Esto se debe a sus emociones, a su estrés, el cual deriva siempre en un sistema inmunológico más bajo donde es frecuente que aparezcan alguna que otra enfermedad.

Y a su vez, estas enfermedades son un motivo aún más justificado para seguir ejerciendo la “sobreprotección”, con lo cual, se crea una especie de círculo kármico que no termina nunca. No obstante, ello no significa que los niños estén irremediablemente condenados a ser eternamente inmaduros y, en consecuencia, a ser infelices.

Si disponen de una buena autoestima y saben reacciona a tiempo, muchos de ellos podrán romper esas ataduras y andar en seguridad, en avanzar y aprender por sí mismos.

A día de hoy vivimos en un mundo donde la información es accesible para cualquiera. Nuestros padres son durante un tiempo esa burbuja protectora, pero la vida se abre más allá de esa zona de confort y debemos atrevernos a salir de ella.

Suele decirse que a menudo, profesores, psicólogos y educadores, empujan a los niños como si fueran una puerta para que maduren, pero hay veces en que los padres, están al otro lado evitando que eso ocurra.

No hay que tener miedo. Los niños no se rompen, los niños necesitan crecer teniendo oportunidades de aprendizaje, ahí donde ofrecerles nuestra confianza, guiando siempre pero no levantando las barreras de la sobreprotección.

lamenteesmaravillosa.com

Categoría: Sin categoría | Comentarios desactivados en Los niños “burbuja” y los peligros de la sobreprotección
abril 9

SESION ESCUELA PARA PADRES

Os recordamos que el próximo jueves tendrá lugar la segunda sesión de nuestra Escuela para Padres. En esta ocasión seguimos con nuestras emociones y la inteligencia emocional. Estáis TODOS invitados a compartir de nuevo con nosotros un espacio en el que os ofreceremos ideas y recursos para poner en práctica en vuestro día a día como padres.

Escuela de padres

 

SEGUNDA SESIÓN:
¿Te importan las emociones de tus hijos?

VEN Y APRENDE A MANEJARLAS

DÍA: Jueves, 16 de abril a las 16h.
AULA Auxiliar III (junto a la Capilla)
DURACIÓN: 1 HORA

Os esperamos

«CAMINEMOS JUNTOS EN ESTA TAREA»

Categoría: Sin categoría | Comentarios desactivados en SESION ESCUELA PARA PADRES
marzo 23

OCHO REGLAS BÁSICAS PARA CONSOLIDAR LOS HÁBITOS DE ESTUDIO

Unos buenos hábitos de estudio son esenciales para consolidar el aprendizaje y afrontar con éxito las evaluaciones. Sin embargo, desarrollarlos no es fácil. Requiere constancia y disciplina. El apoyo de los padres es también fundamental, ya que sobre ellos recae la responsabilidad de supervisar el estudio y ayudar a los hijos en todo lo que puedan.

Por eso, te ofrecemos ocho reglas básicas para enseñarles a estudiar a diario de manera correcta.

16247902-retrato-de-dos-ninos-pequenos-que-hace-la-preparacion-en-digital-tablet-isolated

OCHO REGLAS BÁSICAS PARA CONSOLIDAR LOS HÁBITOS DE ESTUDIO
1.1. Estudiar siempre a la misma hora y en el mismo lugar. Fijar una hora determinada para estudiar ayudará a tus hijos a consolidar su hábito, mientras que hacerlo en el mismo lugar, favorecerá su concentración. El sitio de estudio, además, debe estar bien iluminado y ventilado, mantenerse alejado de distracciones y contar con una silla y una mesa adecuadas, donde el alumno pueda estudiar correctamente.
2.2. Estudiar todos los días. Es importante dedicar un tiempo al estudio cada día entre semana. Este hábito ayudará a tus hijos a fijar sus conocimientos, y evitará situaciones como el atracón del día después antes de un examen.
3.3. Planificarse. Antes de comenzar a estudiar, es importante que revisen las tareas que hay que hacer y los contenidos que van a repasar, y que pongan orden. ¿Qué van a hacer primero? ¿Qué dejarán para el final?
4.4. Establecer una hora. Ellos mismos deben fijarse una hora para ponerse a estudiar, y no esperar a que tú se lo digas. Lo habitual es hacerlo después de la merienda y antes de jugar o ver la televisión. No obstante, lo mejor es ser flexible y dejarles que ellos elijan cuál es el momento que más se ajusta a sus necesidades y preferencias.
5.5. Dedicar en torno a una hora al estudio. Si tus hijos están en Primaria, no deben dedicar más de 50 minutos a realizar sus tareas y estudiar. En cambio, si están en Secundaria, lo habitual es que dediquen entre media hora y una hora a las tareas, y de tres cuartos a una hora para estudiar.
6.6. Hacer más de una actividad. Realizar ejercicios y actividades ayudará a tus hijos a comprobar y consolidar lo estudiado. Especialmente a la hora de repasar antes de un examen.
7.7. Hacer una pequeña pausa entre actividad y actividad. Sobre todo en las más complejas. En cambio, durante el tiempo dedicado al estudio, deben perseverar al menos durante 45 minutos sentados para no perder la concentración.
8.8. Comenzar a estudiar por lo difícil, y acabar por lo fácil. Lo ideal es abordar primero las actividades o contenidos de dificultad media. Después, cuando su nivel de concentración esté en su punto más álgido, pasar a lo más difícil, y dejar lo más fácil para el final, cuando ya están cansados.

www.aulaplaneta.com

Categoría: Sin categoría | Comentarios desactivados en OCHO REGLAS BÁSICAS PARA CONSOLIDAR LOS HÁBITOS DE ESTUDIO
marzo 22

Mi hijo/a nunca me obedece

De los 2 a los 4 años empiezan las rabietas: es muy molesto lidiar con ellas,pero son una parte muy importante en su desarrollo. Normalmente, van acompañadas de «desobediencia» y, a veces, eso puede poner en peligro la convivencia del niño o niña con sus iguales o su propia integridad física. ¿Qué hacer?
1. Las emociones no son malas. Nunca.shutterstock_52456516

Enseñar a los niños y niñas que hay algo intrínsecamente malo en la ira, la tristeza, las lágrimas…solo genera personas adultas con problemas emocionales, dificultad para expresarse y constantes sentimientos de invalidación. Además, mina la autoestima (tus problemas no valen,no sirven,no son suficientes) y dificulta un correcto desarrollo psicoafectivo.
Lo adecuado es que aprendan a canalizar adecuadamente sus emociones, no a reprimirlas: primero, debemos ayudarles a identificarlas, luego a canalizarlas de la forma que menos disturbios suponga y,posteriormente, llegada la adolescencia, a auto-responsabilizarse de sus sentimientos.

2. Hablar en positivo

Gritar y dar órdenes cual sargento suele producir reacciones de miedo… o de indiferencia. La voz debe ser serena y firme, y las instrucciones deben ser comprensibles, explícitas, claras y muy ordenadas: los niños y niñas son niños y niñas… no son brujitos que pueden adivinar tus intenciones y deseos en una bola de cristal 😉
Si lo que deseas es que recoja los juguetes del suelo un «Pero, ¿QUÉ ES ESTO?» funcionará, sin duda, PEOR, que un «Tienes que recoger tus juguetes del suelo y ponerlos en esta caja». Recuerda no dar demasiadas instrucciones a la vez.

3. Adivina, adivinanza

¿Qué quieres de él o ella? ¿Que sea «bueno/a»? ¿Realmente un niño o niña pequeña es capaz de dilucidar algo de esa petición? Normalmente, no.
«Quiero que seas bueno en la cena» es poco funcional: «No te levantes a jugar en medio del restaurante ni grites porque ocasionas molestias a las demás personas» refiere a una conducta concreta y explícita, es más fácil de comprender que aludir a cosas tan difusas como la bondad. Además, argumenta el por qué de vuestra petición: así se acostumbrará a ver que sus familiares le piden que se comporte de determinada manera por un buen motivo y que vuestras palabras no obedecen a caprichos aleatorios.

4. Explicaciones

A ciertas edades, hay cosas que no puedes pararte a explicar: si tu hija de 3 años sale corriendo en dirección a la carretera, en un primer momento, te será difícil ponerte a argumentarle sobre la vida y la muerte. Es completamente lógico. Pero, enlazado con lo anterior, una sucesión indefinida de órdenes sin motivo, día tras día (y no nos engañemos, porque acabarán siendo a veces contradictorias) pueden dar lugar a un/a adolescente extremadamente rebelde, que se siente incomprendido y que, además, duda de tu criterio y hasta de tu cordura. «Porque sí» no es un argumento

5. Mensajes TÚ

Se critican las conductas y las acciones, no las personas: además, las etiquetas se pueden convertir en profecías autocumplidas. Si tu hijo pega a un compañero en la guardería, debes explicarle lo mal que se encuentra su compañero, desarrollar su empatía y decir que lo que ha hecho está muy mal, no que es «malo».
Las amenazas tampoco son nada efectivas: o bien puedes cumplirlas, y a menudo eso es demasiado cruel (porque son amenazas, lo cual implica que son advertencias de castigos extremadamente desproporcionados), o bien acabará «inmunizándose». Y si las cumples, puedes acabar generando más miedo que respeto en él o ella, y nada de apego.

6. Refuerzo

No todo se trata de castigo, ¿verdad? Si tu hija o hijo está haciendo bien las cosas, bueno es reconocérselo: todo el mundo necesita una palmada en la espalda de vez en cuando, y no vivir bajo el yugo constante de la obligación y el deber. Eso no quiere decir que no se deba inculcar cierto sentido del deber en los y las peques, pero sí implica que debemos recompensar con afecto y refuerzo que esos deberes están siendo cumplidos.

  Educapeques

Categoría: Escuela de Padres, Sin categoría | Comentarios desactivados en Mi hijo/a nunca me obedece
marzo 22

El difícil diálogo entre padres e hijos

 Los conflictos y rupturas surgen cuando ambas partes creen que tienen razón y no sueltan su idea. Esta actitud aporta seguridad, pero también alimenta el conflicto cuando el otro implicado –por ejemplo, nuestro hijo– opina algo distinto de nosotros. Debatir provoca en algunas personas un temor a perder la sensación de seguridad, a mostrarse vulnerables. Sienten que si ceden les han vencido. Pero si no hay diálogo, la ruptura en la relación está casi asegurada.1426266785_376459_1426267077_noticia_grande

Las personas construimos una identidad a través de la narrativa: por cómo contamos nuestra historia personal y por cómo transmitimos nuestra opinión. Sentir que tenemos razón, con una opinión bien formulada y clara, es una manera de reafirmar esta identidad. Solemos considerar una debilidad el sentirnos inseguros. Pero mostrarnos dispuestos a modificarla y escuchar a los demás son en realidad indicadores de la fuerza de una persona. Es más sabio reconocer que uno no sabe y mantenerse abierto a otras perspectivas. Esto nos enriquece; nos ayuda a comprender y a decidir con más claridad. “Se produce un placer natural cuando hablamos con alguien que no lo sabe todo, que tiene la mente abierta y está dispuesto a escuchar”, ilustra el autor budista Jack Kornfield.

«Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo»  Ludwig Wittgenstein

Juan llega a casa después de una larga jornada. Patricia, su hija de 17 años, está sentada en el sofá. Al poco rato se pelean: esta noche ella quiere salir con sus amigos y él no se lo permite. Juan no siente predisposición para el diálogo porque su mente está ocupada con los problemas del trabajo. Sin prestar la debida atención, su respuesta inmediata es “no”. Y, como adulto, puede exponer tantas razones como precise.

Por lo general, la hija utilizará recursos como “soy la única que no puede”, “todos mis amigos van a ir” o “me lo prometiste”. Argumentos que a menudo no serán considerados como tales por los padres, lo que llevará a la hija a rebelarse. Si los adultos reconocen sus puntos fuertes, ella no sentirá que debe definirse tanto por oposición. Aun así, la reacción es inevitable, y al padre le cuesta aceptarla porque siente que se cuestiona su autoridad. Juan debe plantearse en qué se basa esa influencia sobre Patricia. ¿En el miedo, el respeto, el amor o la confianza? “Que mi hijo cuestione mis enseñanzas no tiene por qué afectar a mi influencia”, sostiene Clara, una madre, “pero si me muestro insegura, no me hará caso. Mi autoridad se basa solo en mi experiencia. Pero, precisamente, la inocencia de los hijos puede hacerles más sabios. Hay que ser honestos y, cuando se oponen frontalmente, debemos recordar que les estamos educando. No se trata de nada personal entre ellos y nosotros”.

1426266785_376459_1426267216_sumario_normal     Virtud negociadora

Cuando dos personas se enfrentan, es imprescindible llegar a un acuerdo para no perpetuar el conflicto y sanear la relación. Roger Fisher y William L. Ury, de la Universidad de Harvard, se centraron en la psicología del diálogo en su libro Obtenga el sí. El arte de negociar sin ceder. En él señalaron la importancia de determinar qué necesidades son inamovibles y cuáles flexibles para que pueda terminarse la discusión con éxito. Negociar es un arte que utilizamos en todos los ámbitos: el personal, el político y el profesional. Hay quien cree que en toda discusión una de las partes debe ganar, aplastando al oponente, y la otra debe ceder. Pero existen alternativas. Estos autores plantean las siguientes propuestas:

  • No identifique a las personas con el problema.
  • Céntrese en los intereses, no en las posiciones.
  • Ofrezca opciones que beneficien a ambas partes e insista en utilizar criterios objetivos.

Educar no consiste en introducir información, sino en sacar a la luz la verdadera personalidad de alguien. Con los hijos a veces no se trata de dar razones, sino de ayudar a descubrir y predicar con el ejemplo. Se pueden plantear propuestas que comporten una responsabilidad por parte de los hijos y que demuestren confianza por parte de los padres. Las imposiciones tajantes no suelen funcionar. “Un día mi hijo estaba viendo un programa basura”, cuenta Clara. “Debía de tener 12 años. Le propuse que cambiara de canal y él defendió su libertad de elegir diciendo que si tenemos tele es para verla. Le pregunté si le parecería normal que le prohibiese beber un vaso de cianuro, y contestó que sí. ‘Pues para mí’, expliqué, ‘esto envenena tanto tu mente como el cianuro tu cuerpo’. Apago la tele para protegerte de algo, aunque desconoces el daño que te va a hacer. Y ahí se acabó la historia”.

Ejemplos como el siguiente ilustran que quizá no se trate solo de tener razón. “Mireia, mi hija, es rebelde”, explica Francisco, otro padre. “Si le impongo un límite tengo asegurado un conflicto, o que me mienta. Eso no es lo que quiero”. Expone una posible solución. “Una vez, al llegar a casa por la tarde, la encontré viendo la televisión. Le pregunté qué pasaba con los deberes. Le dije que me gustaría que se supiera administrar. ‘Te pediría que apagaras la tele, pero entonces nos enfadaríamos’. La dejé allí, acepté que ella escogiera y yo renuncié a obligarla. Al cabo de media hora la tele estaba apagada, y ella, en su habitación”.

Al plantear un límite, si uno se mantiene abierto al desacuerdo, y escucha y respeta, puede llegar a un mejor entendimiento. La pregunta para Francisco sería: ¿está dispuesto a recibir un “no”, a que ella no haga los deberes? ¿Está dispuesto a escuchar qué quiere su hija? Cuando ella se niegue, la actitud de su hija no debería impedirle interesarse por sus motivos. Se trata de mantenerse abiertos al diálogo sabiendo que se puede poner un límite a los hijos después de escucharlos. Francisco lo explica así: “Quiero que sean conscientes de que he escuchado lo que quieren, y que aun así mantengo mi postura. Lo hago si creo que es por su bien y está conforme con mis valores”. No perder la conexión a pesar de la negativa de la hija es todo un arte.

«Si deseas conocer la verdad, solo tienes que dejar de atesorar opiniones” Seng T’san

En ocasiones, no es tanto el contenido de la discusión, sino la forma, lo que produce el conflicto. Al hablar con irritación y con palabras impositivas uno provoca reacciones defensivas. Los enfados calientan el ambiente y no permiten un diálogo sereno. Discutir desde el “tengo razón” genera una distancia entre las partes, e incluso puede quebrarse su conexión. Por eso es importante no dejar las cosas a medias. Javier, un cuarto caso, cuenta: “Cuando discutíamos en casa, mi padre nunca abandonaba a medias la discusión. Decía: ‘Mañana seguimos’. Las cosas importantes hay que finalizarlas. No puede quedar pendiente un sinsentido o una herida. Su enfoque era hablar de ello al día siguiente, después de dejar que se enfriaran los ánimos”. Esto sirve con los hijos, pero también en las relaciones de trabajo y entre los amigos.

Si perdemos la conexión entre las partes y se quiebra la relación, ¿merece la pena mantenerse en sus trece? Javier intenta proyectar suavemente sus razones sobre sus hijos. “Permito que corran su carrera. Intento dejar que se equivoquen”. Consiste en dar espacio y permiso para que el otro crezca a su ritmo.

«Observando la miseria en las opiniones ajenas, sin adoptar ninguna, descubro la paz interior” Buda

En pareja, es importante hacer equipo. Cuando no hay acuerdo respecto al conflicto con un hijo, conviene hablarlo y decidir en qué va a ceder cada cual, o quién va a llevar la voz cantante. Cuando ellos perciben un ­desacuerdo entre sus padres, se arriman al sol que más calienta. Esto resulta nefasto, porque divide. La clave para establecer acuerdos está en saber qué es importante para cada uno, en respetar y compartir el criterio de la pareja.

Sea cual sea el paso que deba darse, casi siempre corresponderá a los padres plantear cambios en la relación con los hijos. Se trata de que estos dejen de ver a sus progenitores como a los abominables seres del no, y de establecer conjuntamente acuerdos y límites.

Los progenitores deben mirar a su hijo como a alguien que va en su mismo barco, y que se enfrenta a las mismas preguntas que ellos se plantearon a su edad. “Me acerca a ellos el seguir cuestionándome las cosas”, explica Clara. “Cuando exponen sus razones, muchas veces están tratando de definir quiénes son. Ayudarlos a conocerse a sí mismos me facilita la salida del enfrentamiento”.

Más que de tener razón, se trata de apelar a ella. Está en las manos de los padres que la vida con sus hijos consista en una relación de crecimiento, en lugar de convertirse en una contienda de desgaste mutuo.

 Fuente: El País Semanal

Categoría: Sin categoría | Comentarios desactivados en El difícil diálogo entre padres e hijos
marzo 15

Cinco consejos y diez preguntas para hablar con tus hijos sobre sus amigos

Conforme se acerca la adolescencia, los hijos se van desligando poco a poco de los padres para estar más tiempo con los amigos, que pasan a convertirse en su marco de referencia. Con los amigos buscan y construyen su propia identidad, comparten sus problemas y se desarrollan como seres independientes. Por eso, es muy importante que los conozcas. Te damos cinco consejos y diez preguntas para abordar con tus hijos adolescentes el tema de los amigos y obtener más respuestas que contestaciones.

enfamilia108
CINCO CONSEJOS PARA HABLAR CON TUS HIJOS DE SUS AMIGOS
1. Escucha con atención. Durante la adolescencia las relaciones de amistad son muy importantes para tus hijos, y como tales debes valorarlas. Por eso, al hablar con ellos acerca de sus amigos, debes mostrarte atento, no interrumpirles en sus historias ni ridiculizar sus ideas ni sus relaciones de amistad. De este modo podrás obtener información valiosa acerca de las amistades que frecuentan y sus comportamientos y actitudes. Así, si existe algún problema, podrás detectarlo a tiempo.
2. No seas crítico. A menudo se cae en el error de recriminar a los hijos que hacen lo mismo que sus amigos, que no tienen personalidad propia. Esta idea es equívoca. El grupo de amigos les sirve para construir su propia identidad. Ellos se reconocen en sus amigos, por lo que los unos siguen a los otros y, a menudo, piensan y hacen lo mismo. Es un proceso natural, en el que todos influyen en el resto. Por eso, debes evitar también criticar sus elecciones y las de sus amistades a la hora de vestirse, maquillarse o escuchar música. Para ellos son muy importantes, y debes respetarlos si quieres que la puerta del diálogo se mantenga abierta.
3. Sé tajante con las actitudes y comportamientos peligrosos. Las modas y gustos no tienen importancia, pero sí las conductas que pueden poner a tus hijos en situación de peligro. Por eso, debes rechazar de forma categórica en sus amigos comportamientos violentos, adictivos o sexistas.
4. Conversa, no interrogues. Preguntas como “¿Con quién has ido?” o “¿Dónde has estado?” suelen darse de bruces con una puerta cerrada. Es mejor ir poco a poco, dando pie a la conversación y que las respuestas broten por sí solas.
5. Invita a sus amigos a casa o planifica con ellos alguna actividad divertida. De este modo podrás conocerlos mejor y partir de una base a la hora de hablar con tus hijos acerca de sus amigos. Te servirá también para detectar relaciones que puedan perjudicarles, y aconsejarles siempre de manera sensata y precavida.

INFOGRAFÍA_Preguntas-sobre-amigos
– See more at: http://www.aulaplaneta.com/2015/01/16/en-familia/

Categoría: Sin categoría | Comentarios desactivados en Cinco consejos y diez preguntas para hablar con tus hijos sobre sus amigos
marzo 13

Restando etiquetas en la educación de tus hijos

Las etiquetas son marcas que nos acompañan a lo largo de nuestra vida. Podemos tener etiquetas que nos identifiquen como: “el gracioso”, “la responsable”, pero los padres desconocemos hasta qué punto puede dañar y limitar en la autoestima de nuestros hijos eso de estar marcados con una etiqueta que parece imborrable aunque pasen los años. Por eso, se aconseja educar aceptando que son mucho más de lo que vemos.

Etiquetas-325x236

QUÉ PONE EN MI ETIQUETA?
Para hablar de etiquetas, podríamos comenzar preguntándonos: ¿guardo alguna etiqueta de mi infancia?, ¿cómo ha afectado esa etiqueta en mí? La autoestima que hayamos ido desarrollando desde nuestra más temprana infancia, repercutirá en nuestro desarrollo en la edad adulta. Si potenciamos una autoestima equilibrada en nuestros hijos/as, estaremos ayudando a que sean niños y niñas felices, y que cada día aprendan un poquito más sobre cómo son.

EDUCAR DESDE LA ACEPTACIÓN
Para educar desde las emociones, no es suficiente tratar con amor, sino también habrá que incorporar la aceptación, a la fórmula de su educación. Por mucho que nos guste que nuestros hijos se parezcan a nosotros en determinadas cosas, no podemos esperar que personas diferentes actúen de la misma manera.

FUERA ETIQUETAS
¿Y cómo se consigue “dejar que sean”? Evitando etiquetas, del tipo: “Eres un/a egoísta”, “Eres un/a torpe”.

Y apuntando hacia su actitud, para que el mensaje sobre lo que queremos decir sea más claro, y dé la posibilidad de cambio y aprendizaje: “no me ha gustado esto que has hecho, sé que lo puedes hacer mejor”.

Y en todo caso, dejar claro que aunque hagan cosas que no nos parecen adecuadas, les seguimos queriendo: “te quiero todos los días, cuando haces cosas que me gustan más, o que me gustan menos”.

Ayudará a hacerles sentir que no les hemos dejado de querer por hacer ciertas cosas. Es importante recordar que se les quiere por ser quienes son, no por lo que hacen.

Raquel de Diego – Coach especialista en familia y pareja.

www.conciliafam.com

Categoría: Sin categoría | Comentarios desactivados en Restando etiquetas en la educación de tus hijos
marzo 11

10 claves para educar a tus hij@s

Los padres somos el espejo en el que se miran nuestros hijos y ellos nos devuelven nuestro reflejo nos guste o avergüence lo que veamos.
Queramos o no, seamos conscientes o no… tenemos un impacto indudable en nuestros hijos, es imposible no tenerlo. ¿Vale la pena tomar consciencia y decidir responsablemente qué impacto quiero tener con mis hijos? ¿Nuestros hijos se merecen que nos preparemos para dar lo mejor de nosotros mismos como padres y madres? ¿Queremos aprovechar la oportunidad de ser padre o madre para crecer como personas?

En un ambiente familiar de reproche continuo, aprendemos sin saberlo a condenarlo todo. Si de niños, día tras día, se nos hace continua represión por los fallos que necesariamente cometemos aparecen llagas permanentes que hacen que cualquier roce nos incite, nos duela y dificulte discernir entre lo bueno y lo malo, lo grande y lo pequeño llevándonos a la generalización de condenarlo todo.

El virus se nos mete en una temprana edad en la que todavía no tenemos la capacidad racional para calibrar los juicios oportunos, desproporcionados e infundados de nuestros padres. Al crecer y hacernos adultos, el inconsciente “nos puede” y “devolvemos” lo recibido en forma de crítica improductiva y destructiva. Esta condena generalizada cierra el diálogo e impide que aprendamos de los errores necesarios para llegar a conocer y dominar las cosas.

En un ambiente familiar de continua hostilidad, gritos y amenazas, aprendemos sin saberlo a hostigar todo y a todos. La agresión psicológica constante es tierra de cultivo para el resentimiento, el odio, la rebeldía y el temor, por ser una fuente constante de desequilibrio psíquico.
En tal contexto aprendemos que el temor que podamos provocar a los otros es la vía para alcanzar nuestros propósitos y si llegamos a ostentar un puesto de poder puede convertirse incluso en cinismo.
Pasamos de fieras acorraladas a fieras que acorralan, revanchismo puro y duro, lejos del diálogo constructivo y del sentido comunitario.

Os presentamos 10 claves para educar a tus hij@s.

10-claves-para-educar-a-tus-hij@s-1024x614

10 claves para educar a tus hij@s. Recogido en: www.imageneseducativas.com

Categoría: Sin categoría | Comentarios desactivados en 10 claves para educar a tus hij@s
marzo 10

El síndrome de la mala madre

 

  1425053577_221825_1425054013_noticia_normal Este artículo podría ir dirigido a los padres. Padres deseosos de disfrutar de sus hijos, pasar tiempo con ellos; padres entregados, que juegan, que cambian pañales y educan igual que lo hacen las madres. Pero los cambios sociales, profesionales y de papeles que ha protagonizado la mujer en estas últimas décadas y cómo esos cambios han impactado en la maternidad merecen un artículo solo para ellas. Piense durante unos segundos en el concepto de madre, no en la suya, ni en la mejor o peor madre del mundo que pueda conocer. Solo recapacite sobre lo que significa y lo que asociamos con “ser madre”. Imagino que le vienen a la cabeza ideas como “amor incondicional, abnegación, dedicación, ternura, cobijo, renuncia, satisfacción, plenitud, realización personal, vida, entrega, estar siempre ahí, lealtad, sumisión…”. Y un sinfín de palabras relacionadas con darlo todo por alguien.

Ese es el concepto con el que nos hemos educado. La madre es esa persona incondicional que nunca le va a fallar. Esa persona capaz de renunciar a todo para que usted esté bien, la que espera con paciencia, la que siempre tiene una palabra de apoyo para animar o la que le presta su hombro para que llore cuando lo necesite. Este juicio de madre viene de cuando las mujeres se educaban en no tener más ambición que ser buenas esposas, mujeres, educadoras y transmisoras de valores; cuando solo se dedicaban a cuidar y organizar el hogar, coser, hacer coletas, quitar piojos, guisar, limpiar o dirigir a la que limpiaba en casa. Había excepciones, por supuesto, como Marie Curie, física, matemática, química, madre de dos hijas y galardonada con dos premios Nobel, pero no era la regla general.

«No hay manera de ser una madre perfecta, hay un millón de maneras de ser una buena madre » Jill Churchill

Pero los tiempos han cambiado. Muchas abuelas dicen: “Qué difícil lo tenéis ahora para triunfar”. Ya no basta con tener hijos impolutos, buenos estudiantes y educados. Triunfar hoy día para la mujer implica ser buena madre, una brillante profesional; conseguir tener un grupo de amigas; aprender a ser independiente a nivel emocional y económico; tener su parcela para leer, hacer ejercicio y practicar aficiones; entrar en una talla 40 el resto de su vida; tener al lado a un hombre que valore su esfuerzo, su trabajo, le quiera tal y como es, sea cariñoso y comprensivo, y sepa compaginar con usted las tareas domésticas y la educación de los hijos.

Demasiados roles, exigencias y expectativas altísimas, que al final llevan a replicar el modelo de “mujeres orquesta” que tienen la sensación de estar en todo sin llegar a nada. Y cuando usted cree que no está cumpliendo a la perfección con la prioridad entre todas sus actividades, que suele ser la atención de sus hijos, se valora a sí misma de forma negativa. Hay madres que se creen “malas madres” por no cumplir con sus expectativas o las que impone la sociedad.

No puntúe su valía como madre en función de la cantidad de tiempo que dedica a los niños. Lo que debe valorar y a lo que debe dedicar atención es a la calidad de las relaciones y el vínculo con sus hijos. Tampoco se le ocurra sentirse culpable por compaginar su maternidad con su labor como profesional, por dedicar tiempo a salir a correr o querer leer un libro a solas y tranquila en el sillón. Sus hijos serán más felices si su madre se siente satisfecha, plena y profesionalmente realizada. No se engañe convenciéndose de que ser madre es suficiente para sentirse completa.

Si consigue compaginar su trabajo, su pareja, su vida social, el tiempo que se dedica a sí misma y el de los hijos, será más feliz que si vive de forma abnegada y con sacrificio la relación con los niños. Le propongo estas ideas:

Para saber más1425053577_221825_1425055384_sumario_normal

Ilustración de Anna Parini

LIBROS «Toma un café contigo mismo’

Walter Dresel (Zenith)

‘Queremos hijos felices’

Silvia Álava (JdeJ Editores)

‘Portarse bien’

Stephen Garber (Medici)

PELÍCULAS

‘Agosto’

Dirigida por John Wells
e interpretada por
Meryl Streep y Julia Roberts

Proteja a sus hijos con consejos, con argumentos, guiando, educando en valores, delimitándoles el bien del mal. Pero deje que ellos tomen decisiones, se caigan y se levanten. No sobreproteja. No es mejor madre por quitarles los peligros del medio. Los baches van a estar siempre ahí, esté usted con ellos o no lo esté. No les puede quitar la piedra, solo tiene que enseñarles a torear con ella. No se sienta responsable de sus fracasos. Tienen que equivocarse, tomar decisiones y lidiar con la frustración. Muchas madres tratan de ayudar para evitar la frustración de sus hijos. Les acaban los trabajos del colegio, les recogen la habitación, les llevan la ropa de deporte que olvidaron en casa… Con ello educamos en la irresponsabilidad, en que no asuman las consecuencias de ser despistados, poco organizados o perezosos. No se amargue si su hijo lo pasa mal, ya aprenderá.

No trate de compensar el tiempo que no puede pasar con ellos comprándoles cosas. No hay nada que compensar. Trabajar y tener aficiones forma parte de la plenitud de una persona, y usted es madre y también es persona. Trate solo de estar presente cuando dedique tiempo a sus hijos. Eso significa comunicación, escuchar, no coger el móvil mientras está jugando, comiendo o viendo una película con ellos. Tiene que ver con disfrutar plenamente lo que en ese momento está viviendo con ellos. Si el tiempo que pasa con sus hijos está pensando en que tiene correos pendientes de contestar y cuando está en el trabajo piensa que no es buena madre por no poder dedicarles más tiempo a los niños, nunca estará realmente en ninguno de los dos sitios. Además, los niños no valoran tanto los regalos como los padres imaginamos. Lo que valoran es que cuando usted esté con ellos les dedique toda su atención.

Haga respetar su tiempo. No es mala madre por tener un tiempo para usted. Utilizar el cuarto de baño sola y con pestillo, leer un rato sin que la interrumpan con voces desde otra habitación, practicar su deporte o mantener una conversación privada con quien desee sin tener a su hijo persiguiéndola por la casa. Si educamos a los hijos estando siempre disponibles cada vez que nos busquen, entenderán que ellos merecen siempre nuestra atención y sus necesidades se convertirán en exigencias. Incúlqueles la paciencia, saber esperar, que existen otras personas que también demandan nuestra atención.

«Todo lo que soy se lo debo a mi madre. Atribuyo todos mis éxitos en esta vida a la formación moral, intelectual y física que recibí de ella”  George Washington

No renuncie a una cena romántica, a un paseo con su amor o a estar momentos a solas con su marido o con amigos. Es muy frecuente ver cómo parejas que tienen hijos terminan durmiendo con ellos en la cama, haciendo todo absolutamente con los niños. La complicidad de la pareja termina por desaparecer, incluso el romanticismo. Son parejas que entienden que sus retoños se lo merecen todo y que ser padres es abnegación. Pero el tiempo es cuestión de matemáticas: si dedica 24 horas a los hijos, le quedan cero para estar a solas, hablar de temas de mayores, ver películas que no sean dibujos animados y besarse con pasión. Busque un día a la semana para dedicárselo a su pareja y desconecte de biberones, pañales, deberes o momentos adolescentes.

Recuerde darse valor no solo por la relación que mantiene con sus hijos. Usted tiene valía por muchas otras cosas. Es grande, brillante, imperfecta, graciosa, cariñosa, organizada, lectora, buena amiga, paciente y muchas otras virtudes que pueden tener que ver o no con la idea de ser madre.

No todo lo que les ocurre a sus hijos es responsabilidad suya. No se sienta mal si el niño se lleva la bronca de la profesora, si tiene un conflicto con un amigo o si no tiene éxito jugando a un deporte. Enséñele a pedir perdón, a resolver problemas, a ser reflexivo, pero no se responsabilice de todo lo que hace y dice su hijo. Los padres educamos, pero los hijos también copian modelos de conducta de lo que ven en la televisión, de lo que leen, de lo que ven en sus amigos, maestros y entrenadores. Están continuamente expuestos a otras fuentes de información. Sí es su responsabilidad saber en qué equipo juega y qué valores hay en el club, la elección del colegio, conocer los amigos con los que sale y ser consciente de qué programas ve en la tele. Pero no todo podrá estar bajo su control. Trate de fomentar la comunicación y el respeto y genere confianza para que sus hijos hablen de todo.

Recogido  de un artículo de psicologia. el pais.com.

Categoría: Sin categoría | Comentarios desactivados en El síndrome de la mala madre