Los profesores del Departamento de Lengua Castellana y Literatura de los Colegios Diocesanos, Asunción de Nuestra Señora y Pablo VI, se reunieron el pasado lunes, 13 de Mayo, para seleccionar los mejores relatos.
Se presentaron un total de 68 trabajos. Los ganadores podrán recoger sus correspondientes premios el Día de la Familia, que se celebrará el próximo 8 de Junio.
CONOCE LA RELACIÓN DE GANADORES, Y DISFRUTA LEYENDO LOS MEJORES TEXTOS
Los premiados en las diferentes categorías son:
CATEGORÍA A: ESO
Primer Premio:
Celia Miranda Jiménez, Curso: 2º ESO D
(Colegio Asunción de Nuestra Señora)
Segundo Premio:
Rocío Pindado de San Juan, Curso: 2º ESO D
(Colegio Asunción de Nuestra Señora)
Tercer Premio:
Raquel Galán García, Curso: 2º ESO C
(Colegio Pablo VI)
CATEGORÍA B: BACHILLERATO Y CICLOS
Primer Premio:
Darío Delgado Ramos, Curso: 2º BACHILLERATO C
Segundo Premio:
Jesús Martín González, Curso: 2º BACHILLERATO A
Tercer Premio:
Basilio Willem Campillo Mareen, Curso: 1º BACHILLERATO A
¡¡Enhorabuena a todos!!

PRIMER PREMIO – CATEGORÍA A
EL DESHAUCIO
De repente, llamaron a la puerta, mi madre, bastante asustada fue a abrir. Eran esos dos policías que venían a menudo a visitarnos. Yo no sabía por qué mi madre les tenía tanto miedo, porque a mí, francamente, me parecían bastante agradables. Pero unos minutos más tarde me di cuenta de lo que pasaba. Ellos venían a echarnos de nuestra casa, el hogar en el que habíamos vivido durante 5 años, mis padres, mi abuelo Antonio, mis hermanos y yo. Yo no entendía nada. ¿Por qué nos la quitaban? ¿Dónde íbamos a vivir?
De lo único que me acuerdo, es que al salir de nuestra casa, había un montón de gente fuera gritando con pancartas, allí estaba la vecina de abajo, Doña Petri, que siempre se quejaba del ruido que montábamos mi hermano Alejandro y yo jugando con el balón en casa; la familia de colombianos que vivía a nuestra derecha y tenían una hija de quince años que hacía tilín a mi hermano Luis, el mayor. Y muchos más, algunos que ni siquiera me sonaban de vista.
Yo solo mantengo en el recuerdo vago de aquel día, un infinito agradecimiento por todas aquellas personas.
Celia Miranda Jiménez (2º ESO D)
SEGUNDO PREMIO – CATEGORÍA A
LA TIENDA
.. Y allí estábamos nosotras una tarde más sentadas en aquel banco de piedra centenario, que nos ofrecía descanso y desde el cual se conseguía ver todo lo que ocurría en la pequeña plaza mayor.
De repente apareció para abrir su tienda de peces de colores, D. Jesús, a quien nosotras, debido a su larga barba blanca y su pronunciada barriga, llamábamos cariñosamente Chuchi.
D. Jesús, se agachó para levantar una vieja y pesada verja de hierro que daba protección al local ante posibles robos. Hizo un primer intento de alzarla pero no se movió. Con más energía, probó una segunda vez pero, debido a su enorme peso, apenas subió un par de centímetros. Pareció desesperarse, pues aunque había realizado un gran esfuerzo, no había conseguido su objetivo.
Bastó una sola mirada de complicidad entre Andrea, Patricia y yo para que las tres nos dirigiésemos a ayudar a D. Jesús con aquella tarea que se le resistía.
» Vamos D. Jesús » – dijo Andrea, seguro que entre los cuatro conseguiremos levantarla. » A la de tres » – dijo D. Jesús, y haciendo fuerza todos juntos, aquella antigua y pesada verja se levantó como si de un fino papel se tratara.
Rocío Pindado de San Juan (2º ESO D)
TERCER PREMIO – CATEGORÍA A
EL CORAZÓN DE KARUM
Hola, me llamo Karum, y esta es mi historia. Año 1994, día 25 de Agosto, llegó una patera a España que venía de Argelia. En ella estaban mis padres y yo. Cuando la patera llegó a tierra, mi madre me dio a luz, pero no sobrevivió y murió. Cuando la policía llegó solo me encontraron a mí y el cuerpo de mi madre. Ellos me llevaron a un Monasterio en Granada, allí las monjas me dieron todo lo que necesitaba, pero en especial la Hermana Laura. Pasaron los años en el Monasterio y el médico me diagnosticó un problema en el riñón y le dijo a Laura que como no me operaran pronto yo moriría. Ella con el gran corazón que tenía me dio el suyo. Pasaron los días y Laura no logró vivir con un solo riñón y murió. En mi vida pasaron tantas cosas con tan pocos años, dos grandes mujeres dieron la vida por mí, ahora tengo 19 años y estoy estudiando para ser sacerdote, para poder seguir entregándome a los demás como los que dieron la vida por mí.
Raquel Galán García (2º ESO C)
PRIMER PREMIO – CATEGORÍA B
EL COMPAÑERO
“¿Es esta la vida que habría querido vivir, yendo a trabajar todas las madrugadas por esta carretera oscura, en este decrépito coche?”, pensaba mientras avanzaba entre la bruma. Dos brillos repentinos junto a la carretera. “¿Dos ojos?. Qué más dará. ¡Sí, son dos ojos!”. Y entonces su noche cobró sentido. El día solía comenzar con la sonrisa de aquella compañera a la que siempre había pensado en invitar a cenar, pero de pronto no quedó sitio en su cuerpo más que para una nueva sensación. ¿Qué era, aprecio del sentir ajeno, curiosidad, o miedo?. Tenía que detenerse. Ya había cesado el brillo, pero palpó el terreno hasta encontrarlo. Era un hombre harapiento. Sin dudarlo un momento recogió en su coche aquella alma en pena. No sabía quién era, su historia, ni siquiera su nombre, pero ese no era el problema. No debía haber sido la suya una vida fácil, pensó, mientras también pensaba en la que creía su condena, que ahora era suerte, en su vida ahora plena.
Darío Delgado Ramos (2º BACHILLERATO A)
SEGUNDO PREMIO- CATEGORÍA B
No existían por aquel entonces los iPhones, ni la radio, ni tan siquiera existían las ciudades. Todo ocurrió mucho antes, cuando en la creación se le dio a cada persona un bien; a unos semillas, a otros agua, a otros la luz, a otros tierra fértil…Los hombres y las mujeres vivían cada uno por su lado, vagabundeaban de un rincón a otro de la tierra vigilando no perder sus posesiones y, si podían, apoderarse de los de las personas que no lo hacían
Es así como pasaban todo tipo de penurias, pues los débiles no sobrevivían al perder los objetos con los que sobrevivían, y los fuertes no conseguían que prosperaran los suyos. Si tenían las semillas y el agua, les faltaba la tierra. Si tenían la tierra y las semillas, les faltaba el agua.
Pero un grupo de pequeños, asustados, decidieron poner lo que tenía cada uno al servicio de los demás. Así juntaron las semillas con la tierra fértil, añadieron el agua, y por último la luz. No solo consiguieron sobrevivir, sino hacerlo de forma cómoda. No solo dieron una lección a sus mayores, sino que enseñaron lo que es la solidaridad al resto del mundo.
Jesús Martín González (2º BACHILLERATO A)
TERCER PREMIO- CATEGORÍA B
[…] Lo que Mazanu no llegaba a comprender era cómo Miguel, hombre europeo, fuerte y corpulento, de cabellera corta y negra, fuerte semblante y tez morena, debido a su constante exposición al poderoso sol africano, podía levantarse cada uno de los días a las cinco, cuando aún ni si quiera los tímidos rayos de sol se asomaban por la colina de Chizarira, sacar el ganado y ordeñarlo, arar la tierra hasta que su frente quedaba completamente empapada por el sudor y trabajar hasta la puesta de sol en aquel pozo que pronto les traería agua.
Mientras pensaba esto alzó la vista y contempló cómo se le escapaba una tímida sonrisa a Miguel mientras terminaba de cementar la base del pozo, en ese momento lo entendió, quizás esa era su felicidad.
Basilio Willem Campillo (1º BACHILLERATO A)