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Oración del día



Una historia de Adviento - Figura de los pastores

La historia de este Adviento nos está llevando a conocer el significado de cada una de las figuras del Belén. Ayer aparecía el ángel que anuncia a los pastores que el Mesías, el salvador del mundo, iba a nacer, y les indica el camino que tenían que coger para poder ir a verlo.

Aquella aparición del ángel les pilla por sorpresa a los pastores. Estaban en mitad de la noche y medio dormidos, así que les costó un poco enterarse de lo que acababa de pasar. 

Y es que aquellos pastores eran gente recia: dormían en el suelo para cuidar de las ovejas, pasaban frío de noche y calor durante el día. Sabían también lo que era tener que trabajar duro para conseguir hacer queso con la leche de sus ovejas, y lo que costaba trabajar la lana para poder hacer con ella prendas de vestir.

Por eso aquellos pastores se imaginaron lo que el niño podría necesitar cuando naciese. Uno de ellos que era muy friolero y por la noche tenía que ponerse varias pieles para poder dormir, pensó que el niño sentiría también frío, y decidió coger una de sus pieles para regalárselas. Otro de los pastores, que siempre tenía hambre y era un poco glotón, pensó que el niño necesitaría comida cuando naciese. Así que cogió un trozo del queso que llevaba para su almuerzo y lo envolvió para compartirlo. 

Aquellos pastores no querían ser personajes secundarios de esta historia, sino que querían también implicarse y llevarle un regalo al Mesías que iba a nacer. Lo curioso es que cada uno prepara el regalo de acuerdo a su sensibilidad. Uno sabía lo que era pasar hambre, y por eso está muy pendiente de que al niño no le falte de comer. Otro había pasado frío, y por eso quiere que el niño esté abrigado. Aquello que les mueve a estos pastores a implicarse es la empatía, que es la capacidad entender lo que está viviendo otra persona.

Con aquellos regalos los pastores se pusieron en camino. De pronto, uno de ellos exclama “¿Dónde está Esaú?” 

Y es que Esaú era otro pastor que estaba con ellos. Pero esta será la historia de mañana.

Terminamos rezando todos juntos esta oración:

Gracias, Jesús, por este tiempo de Adviento
en el que van apareciendo las señales de tu llegada.
Ayúdanos a descubrir, en cada una de las figuras del Belén,
aquello que las mueve a implicarse
en acoger y preparar tu venida. Amén.