enero 14

¿Cómo motivar a tu hijo en los estudios?

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© Depositphotos.com/Andresr

En primer lugar, hay que tener  presente que no todo depende de los padres: no está completamente en tus manos conseguir que le guste estudiar, y menos de un día para el otro. Hay muchos más factores que están influyendo en la motivación académica de tu hijo: su entorno escolar (compañeros, profesores, ambiente en el centro…), sus ideas de futuro profesional, sus expectativas académicas, su propia personalidad, su situación emocional presente…

La adolescencia es una edad de importantes cambios vitales y en la que se da una progresiva adquisición de autonomía, no es de extrañar que otros asuntos (socializar con amigos, primeros amoríos, diversión y descubrimientos) le resulten más interesantes que plantarse delante del libro de texto a hacer deberes o estudiar.

Siete consejos para motivar a tu hijo en los estudios

(¡o por lo menos, no desmotivarle aún más!)

1.- Proporciónale un buen espacio para estudiar. Parece una tontería, pero no lo es.

Un espacio acogedor y organizado, sin distracciones (móvil, ordenador, juegos… ¡fuera!), ordenado y limpio, bien iluminado, con un escritorio amplio y despejado de cosas inútiles es mucho más motivador que un lugar incómodo donde sólo colocarse para estudiar ya es un esfuerzo añadido.

Si tu hijo estudia en la cama o en alguna parte de la casa donde haya factores distractores (como la cocina, el salón, o en el caso de que comparta habitación), te propongo crearle un espacio especial para él que le invite a sentarse a estudiar como un “adulto maduro”.Además, proporcionarle un sitio exclusivo de estudio es un símbolo mediante el cual le estás transmitiendo: “Tú tienes derecho a tener tu espacio, y yo respeto que lo que tú haces, que es estudiar, es algo importante y merece ser valorado”.

2.-  Muestra interés por sus estudios.

Es importante que estés enterado  de cuál es su situación en cada materia: dónde ve las dificultades a nivel de temario, si ha tenido algún problema con el profesor, si posee un bloqueo especial con esa clase (como puede ser la educación física), si ha habido algún tipo de conflicto…

De esta forma se puede prevenir que tu hijo se encierre en sí mismo y evite contarte las cosas porque cree que tú no estás enterado de nada y no lo comprenderás.

Un padre que no se interesa por el funcionamiento de su hijo más que para ver sus notas y juzgarle a final del trimestre, implica un hijo con más probabilidades de fracaso escolar.

3.- Siéntate con tu hijo para negociar, con tranquilidad y tiempo, hasta llegar a plantear unos objetivos realistas en cuanto a sus estudios.

Si le está yendo mal en muchas asignaturas, no puedes pretender que el objetivo sea aprobarlas todas y con buena nota.Es importante trabajar con metas concretas y accesibles, realistas a la hora de cumplirlas.

Es útil establecer un premio para cada una de esas metas cuando se consigan. Es preferible que esos refuerzos no sean principalmente de cosas materiales, sino más bien experiencias o permisos. ¡Y cuidado con los castigos! Mejor no los utilices si no tienes claro cómo hacerlo.

4.- Ayúdale a elaborarse un horario organizado de trabajo, una planificación con todos los días de la semana y todas las horas del día, anotando qué va a hacer en cada una de ellas, ya sea colegio, actividad extraescolar, deberes (especificar qué asignaturas trabajará en cada momento), descansos y otras actividades obligatorias o de ocio.Este horario no ha de ser rígido, porque en ocasiones resulta imposible cumplirlo y hay que remodelarlo.

Aun sabiendo que el horario es flexible y puede ser modificado puntualmente, la propuesta es seguirlo lo máximo posible.

5.- Haz todo lo posible para que tu hijo no asocie los estudios y los deberes a una obligación desagradable, riñas, discusiones y gritos… de esa manera es normal que se convierta en un suplicio y lo evite al máximo.

Procura que el momento de hacer los deberes o estudiar sea un momento más del día. Los comentarios positivos cuando ves que se está esforzando (más allá de los resultados obtenidos) ayudan muchísimo a que se sienta orgulloso y motivado.

Si ves que tu hijo lo acepta bien, puedes ponerte cerca de él mientras estudia a hacer alguna actividad tranquila como leer un libro o trabajar desde casa.Puede que esta compañía le resulte agradable (siempre respetuosa y en silencio, cada uno con sus cosas sin distraerse) y le motive a compartir ese momento con un adulto.Déjale claro que no lo haces para controlarle, sino porque te agrada estar junto a él.

6.- Reflexiona con tu hijo sobre su futuro: ¿Qué quiere ser de mayor? ¿Dónde quiere llegar a nivel profesional? Conteste lo que conteste, respeta y apoya.Intenta no reflejar en él tus deseos personales.

Tener objetivos a largo plazo y relacionarlos con las decisiones presentes puede ayudarle  a motivarse. Trabaja también con los objetivos a corto plazo.Para ello podéis hacer un ejercicio: Elabora una lista de “Beneficios de no estudiar” / “Problemas de no estudiar”, y lo mismo con “Beneficios de estudiar” / “Problemas de estudiar”; puede descubrir que las ventajas de estudiar son más que las de no estudiar, aunque sea difícil ponerse a ello.

Es importante que sea él quien reflexione. Tú ya te sabes de memoria las razones; no se trata de otro sermón paterno.Ten paciencia y espera que él las vaya deduciendo. Si no lo hace por sí mismo, no sirve.

7.- Olvídate de frases comparativas del estilo “yo a tu edad…”o “mira tu hermano…”. Estas frases no tienen ningún efecto positivo, más bien al contrario; producen una actitud desafiante y negativa, un rebote con ansias de decir “yo soy diferente”.Teniendo en cuenta que tus hijos están en proceso de consolidación de su propia identidad, hay que darse cuenta que están buscando ser ellos mismos…

¿Puede que el fracaso escolar sea un intento de diferenciarse, de no parecerse a su hermano al que tan bien le va en todo y al que no se cree capaz de superar?En todo caso, las comparaciones son odiosas: pueden dañar su autoestima y hacer que todo acabe complicándose más.

Atento por si hay otras razones detrás

Para acabar, ten en cuenta que existe la posibilidad de que la desmotivación de tu hijo con los estudios no sea el problema en sí, sino sólo un síntoma de una causa más profunda.A veces, el bajo rendimiento académico funciona como una sirena escandalosa que nos da la señal de alarma: algo está ocurriendo en ese joven.

¿Qué cambios han ocurrido recientemente en su vida que hayan podido afectarle, ya sea en el ámbito escolar o en cualquier otro?No siempre encontrar la causa es la solución, pero sí nos ayuda a comprender y a centrar el foco.

Artículo original de Estefanía Mónico  http://www.elportaldelhombre.com/


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Publicado 14 enero, 2016 por convivenciapvi in category "AYUDAR A ESTUDIAR